
Me gusta queda’me sentau acá con el palo de la escoba en la mano. Pero me parece que voy a tene’ que queda’me quieto un rato porque esas ranita’ ‘e mierda se deben da’ cuenta que las quiero caga’ a palazo’ y por eso ni se asoman por este desagüe ‘e mierda. Anoche a la hora ‘e la cena las ranita’ de acá empezaron a hace’ un quilombo bárbaro y no se callaron hasta que yo me levanté. La madrina dice que anoche se acostó al pedo porque los bicho’ esto’ no la dejaron pega’ un ojo en toda la noche. Y ahora que ya comimo’ de nuevo quiere ve’ si puede dormi’ la siesta. Y por eso me mandó que me pusiera acá, pa’ que ella pueda dormi’ tranquila y pa’ que cague a palazo’ a cualquiera rana o sapo que se aparezca por acá. Yo sé que las rana’ son verde’ como la camiseta de Atena’ y que los sapo’ son negro’ como los ojo’ de la madrina. Con las rana’ se puede hace’ de come’. Dicen que los sapo’ no se comen pero eso es mentira porque yo me los he sabido come’ también y tienen el mismo gusto que las rana’. La Manuela también dice que está pa’ la mierda eso de come’se los sapo’, que son bichos asqueroso’. La Manuela tiene ojos verde’ pero son más parecido’ a los ojo’ de los gato’ que a la camiseta de Atena’. Y también me da de come’ junto a ella en la cocina. Y me da cuando me toca, cuando no me toca no me da. A la Manuela no le gusta que yo aporree a los sapo’ pero a mí no me manda ella. La que me manda es la madrina. A la Manuela yo la quiero un montonazo más. Pero la madrina es la que pone la plata pa’ que comamo’ los tre’. La Manuela es la que siempre hace de come’. Y yo soy el que siempre lava los plato’ y el que siempre trae la leña pa’ la cocina y pa’ la salamandra. La madrina come primero, más vale. Después nos da lo que queda pa’ que comamo’ yo y la Manuela. Y cuando la Manuela no tiene hambre yo me como lo de’lla también. La quiero tanto a la Manuela…Yo siempre meando con hambre por más que me coma lo de’lla. Para mí que es mentira eso de que se uno se llena comiendo porque yo no me lleno. Y la Manuela sabe bien que yo soy así. La madrina también sabe. Por eso en la calle dicen que yo estoy loco, porque el hambre no se me va. Yo no escuché eso en calle pero si la madrina lo dice…Yo no salgo solo a la calle porque la madrina no quiere. Cuando salgo me lleva ella. Me sabe lleva’ a escucha’ misa. Me hace senta’ al lado de’lla y me ata las mano’ con una bolsita del súper ¿Para qué mierda me atará? Ella dice que si no me ata que yo me porto mal. Un día salieron a deci’ que yo quise ahorca’ una vieja, que le apreté el cogote con la dos mano’ porque sí, nomá’. Yo no estaba áhi o por lo meno’ no me acuerdo de’so. Pero si la madrina lo dice…Ella nunca me agarró pa’ la cagada. Unos vecino’ me sabían invita’ a come’ con ellos y cuando me tenían cerca se ve que se olvidaban y me cagaban a pedrada’ y yo me tenía que i’ corriendo a los santos pedo’ sin habe’ comido ni mierda. Pero la madrina es buenaza conmigo. Y la Manuela también es buenaza conmigo. La quiero tanto a la Manuela…La leche de’lla es ricaza. La leche de’lla es más mejor que la leche ‘e cabra y más mejor que la leche ‘e chancho. Qué lástima que hace mucho que no me pone a chupa’ de’sas hinchazone’ que tiene en el pecho de donde sabía sali’le la leche más rica que hay. Ni la que me sabe da’ la madrina en el almuerzo de los domingo’ es tan rica así. La Manuela me sabía da’ su leche toda’ las noche’. Se iba a mi pieza, se acostaba conmigo, se ponía arriba mío, se apretaba una hinchazón de’sas y me la ponía en la boca. Y esa leche ricaza y calentita me caía de a chorros por la boca…a mí me gustaba mucho toma’le la leche porque mientra’ me la daba me hacía cosquilla’ por todos lado’. Despué’ de juga’ un rato largo conmigo sabía queda’se dormida bien pegadita a mí. Y eso también me sabía gusta’ mucho porque esas noche’ no me hacía frío, no tenía miedo de que me llevara el viejo ‘e la bolsa y también se me iba el miedo de mori’me solo y de i’me pa’l infierno. Pero algunas vece’ me gustaba juga’ a que me voy al infierno porque me muero sin da’me cuenta mientras agarro a los cabezazo’ la pared o lo primero que encuentro. Porque yo tengo la cabeza bien dura, más dura que cualquier cosa que haya por áhi. Pero la Manuela se acuesta conmigo y ya no le tengo más miedo a nada. Ella me hace cosquilla’ con sus mano’ y por un rato me olvido del miedo de mori’me. Me sabe deci’ que yo tengo muchos pecado’ encima, que irá pa’l cielo mañana o pasado y le pedirá a Diosito que me perdone el montón de malda’ que tengo en todo el cuerpo. Ella le dirá eso pa’ que yo no tenga más miedo de mori’me. Ademá’ se confiesa toda’ las tardecita’ pa’ pode’ saca’me todo’ los día por lo meno’ un demonio de todos los que todavía me quedan en el cuerpo. La Manuela dice que todo’ los día’ de toda la vida se confesará y me sacará demonios. La quiero tanto a la Manuela…Qué bueno que es tene’ la cabeza tan dura como yo la tengo. Horas entera’ me paso dándole cabezazo’ a las columna’ del pasío y la cabeza no se me quiebra ni nada. Y cuando agarro a cabezazo’ el suelo me gusta más porque parece que tuviera un tambor en el mate. Es como el tambor de Dios. Y hasta cuando estoy en la iglesia lo oigo: yo adentro, atadito al lau de la madrina y oyendo que afuera el tambor hace tum tum tum…La madrina dice que las chinche’, las cucaracha’ y los alacrane’ que hay en mi pieza me los mandó el diablo pa’ que me lleven al infierno si sigo haciéndome el pelotudo con eso de pega’le cabezazo’ al suelo. Yo quiero oír el tambor de Dios. Ella no sabe eso. No sabe que yo escucho el tambor ese de afuera de la iglesia estando yo adentro. Para el cura el camino a las cosas mala’ es oscuro. Pero yo me levanto siendo oscuro todavía, barro la vereda y entro adentro de raja ante’ que salga el sol. Porque si en la calle me ven me recagan a pedrada’ y me rompen la camisa, la cara, las rodi’a. Y entonce’ me tienen que ata’ las mano’ de nuevo pa’ que yo no me despegue las cascarita’ y se me vuelvan a hace’ las lastimadura’. La sangre también es rica pero no hay nada más rico que la leche ‘e la Manuela…Por eso no asomo el hocico afuera ‘e la casa pa’ que no me recaguen a pedrada’. Yo como, me meto en mi pieza, pongo la tranca y apago la lu’ pa’ que los pecado’ no me encuentren. Si se me sube una cucaracha no le doy bola, no prendo la lu’. Eso sí, si la agarro la aplasto. La cucaracha se revienta como un chasquibum cuando uno la apreta con los dedo’. A los grillo’ yo no le hago nada porque la Manuela dice que los grillo’ hacen ese ruidazo sin para’ pa’ que los vivo’ no oigan los grito’ de las alma’ que sufren en el infierno. Por eso hay que cuida’ a los grillo’. Por eso no hay que mata’los, por eso. A mí no me gustaría que’l mundo se quedara sin grillo’ porque los grito’ de’sas alma’ del infierno me volverían loco denserio. A mí me gustan los grillo’. Por eso debe se’ que mi pieza está hasta las mano’ de grillo’. Y hay tantos que si se alimentaran de cucaracha’ no habría ninguna cucaracha dando vuelta’ por encima ‘e las bolsas vacía’ donde yo me acuesto. Los alacrane’ no vuelan como las cucaracha’ pero se caen del techo. Y yo ya sé que cuando se me cae uno encima me tengo que queda’ en el molde, sin move’ ni las pestaña’, sin respira’, hasta que’l bicho salga solo dencima mío. Yo ya sé que si me pongo a tembla’ como una nena el bicho se enoja y me pica. A mí me arde y me duele como la puta madre cada vez que me pica uno. A la Manuela también la supo pica’ un alacrán. Pero a ella el bicho la picó en el culo. Me acuerdo que lloraba pior que cuando pela cebolla’. Y me acuerdo que le pedía a la Vírgen y a todo’ los santo’ que no se le pudriera la nalga. Yo le hice curacione’ toda la noche. La fri’cionaba con saliva y la acompañaba con el rosario. Ya cuando empezó a amanece’ la Manuela se puso a llora’ porque no se le pasaba el problema del culo. Y yo la ayudé hasta con eso de llora’ llorando yo también. La quiero tanto a la Manuela…Pero siempre me gustó más mi pieza que la calle. Afuera hay mucha gente que se dedica a hace’ caga’ al que se le cruce. Acá estoy bien. Nadie me pega, ni me miente ni me hace burla. La madrina no me reta ni cuando me ve comiendo las flore’ del arbolito ‘el patio ni cuando me doy una panzada con los higo’ de la higuera. Debe se’ que’lla sabe que yo no me lleno nunca, que siempre ando buscando algo pa’ come’. Ella también sabe que me pongo a come’ el maíz seco que le doy de come’ a los chancho’. Y yo sé que cuando no coma más me voy a mori’ primero y despué’ me voy a i’ pa’l infierno. Yo sé que al que le toca i’ al infierno va pa’ siempre. Y de áhi no sale ni que lo rescate una patota ‘e santos. Ni la Manuela me podría saca’, y eso que es tan buena. La madrina me regaló el escapulario este que no me descuelgo nunca del cogote. Pero si me toca i’ pa’l infierno el escapulario no me va a salva’ de’so…Hasta ahora las rana’ no quieren sali’. Y eso que hace rato que estoy charlando acá. Ahora le tengo miedo a dormi’me. Si me duermo nadie va a mata’ las rana’. Entonce’ la madrina no va a pode’ dormi’ por culpa de las rana’. Pero se va a enoja’ conmigo. Y cuando se enoje mucho va a manda’ un santo de los que tiene en su pieza pa’ que busque varios demonio’ pa’ que me lleven. Me van a lleva’ pa’l infierno derechito, sin deja’me ver ni a mi papá ni a mi mamá…Entonce’ voy a segui’ hablando. Y no me voy a calla’ pa’ no dormi’me…Ahora me gustaría esta’ con la Manuela, tomándome su leche ricaza. La quiero tanto a la Manuela…
Mario Daniel Casas