
La escritura creativa se nutre de las ideas. Pero ¿dónde se las encuentra?
¿Dónde nace la idea?
El nacimiento de una idea puede depender de la memoria, de la imaginación o de la atención hacia el entorno que rodea al escritor. Quizás la idea pueda originarse en cualquier parte. Lo único seguro es que te corresponde a ti como escritor la tarea de descubrir ese germen de idea. También es cierto que algunas ideas no son lo suficientemente fuertes como para valerse por sí mismas. Necesitan de otras que las complementen y las fortalezcan.
Hay quienes describen al estímulo interior que moviliza al escritor como una voz interna que le dicta ideas. Pero sucede que sólo escuchan esa voz quienes están alertas, es decir, aquellos que están preparados para oírla. Las ideas, o mejor dicho, el material necesario para escribir, siempre está al alcance de todos.
Definición
Idea es la representación mental de una cosa real o imaginaria. En otras palabras, se imagina lo real pero también se imagina lo irreal, lo que no existe.
Para imaginar lo real utilizas un recuerdo. Es cuando imaginas lo que alguna vez viste o viviste. Al imaginar de este modo estás seleccionando un recuerdo.
Imaginar lo irreal, en cambio, es cuando te formas una imagen mental de algo que no conoces o que no existe. Pero tanto unas ideas como otras tienden a relacionarse, a ampliarse, a transformarse en nuevas ideas, a relacionarse con otras nuevas ideas.
Te sugiero que permitas que las ideas fluyan en ti y que te mantengas atento a sus derivaciones.
No te encadenes a las ideas
Atenta contra la escritura creativa el obligarse a desarrollar un argumento previo y completo. Eso conlleva a que te ates a las ideas. Si lo haces le restas libertad a tus ideas y le quitas posibilidades de crecimiento.
Considera que las ideas te ofrecerán una amplia variedad de material para escribir. Algunas resultarán útiles como principios, otras te conducirán a finales o te servirán para tramar un buen nudo. Nunca arribarás al máximo potencial de las ideas que surgen espontáneamente al escribir si te restringes al uso de un puñado predeterminado de ellas.
La invención es la primera etapa
Cuando escribes lo primero que haces es inventar, es dejarte llevar por una idea, la que te conducirá hacia un tema en particular.
Es muy común que tengas un tema muy bien definido en tu mente (aparentemente) Y estás entusiasmado de llevarlo cuanto antes al papel. Sin embargo, no lo inicias del modo en que lo tenías en mente. ¿Qué sucedió? Lo que pasó fue que otras nuevas ideas se complementaron con las anteriores. Luego, a medida que avanzas en la creación del texto adviertes que más ideas aparecieron de pronto y te sugieren alternativas diferentes a lo que habías previsto. ¿Qué debes hacer? Debes hacer un alto y elegir.
La crítica literaria suele valerse de una muletilla que suele ser dañina para el escritor: Palabra más, palabra menos, “la idea que ha querido encarnar el autor”. Goethe, conversando con un amigo, le dijo al respecto: “Me preguntaban cuál fue la idea que quise encarnar en Fausto, ¡como si yo mismo lo supiera y pudiese explicarlo!
En otra oportunidad, Goethe confesó que sólo una vez había cedido a la tentación de trabajar sobre una idea preconcebida y señaló que Schiller, al contrario, “se dejaba dominar demasiado por la idea”
Te sugiero que no permitas que la planificación de ideas te bloquee. Si se te ocurrió una buena idea no te conviertas en su esclavo.
La escritura creativa y la capacidad fabuladora
Fabular es una capacidad propia del ser humano. Para incentivarla sólo se necesita aplicar un disparador para que surja la primera idea fantástica. A partir de ésta se puede crear una historia completa.
La imaginación puede perfeccionarse con el uso repetido. Te propongo un disparador para que comiences a utilizarlo lo antes posible: Mira todas las cosas como si fueran el principio de una historia.
Te ofrezco un ejemplo: Miro por televisión las imágenes de un incendio forestal. De inmediato imagino que las llamas son las fauces de un gran animal que amenaza los árboles. De pronto, veo que un árbol incendiado cae. Yo imagino que la boca del animal se está cerrando sobre el bosque.
Incorporar lo cotidiano
La escritura creativa también puede nutrirse de lo cotidiano. Este es un método útil para incentivar la imaginación y multiplicar ideas. Consiste en aplicar dos sencillos pasos:
1 Prestar atención.
2 Hacer memoria.
Primero debes concentrarte en algo de tu entorno. Luego, recuerda algo que se relacione con lo que has observado primero. De la aplicación de ambos pasos surge, como consecuencia natural, una idea que proviene de la imaginación.
Por ejemplo: Yo presté atención a las gafas que vi sobre mi escritorio. Luego recordé una imagen que vi tiempo atrás en la vidriera de un negocio de óptica. Era una foto de una bella modelo luciendo unas gafas de primera marca. Y seguir esos pasos me condujo a la siguiente idea: “la gente bella también usa gafas”.
No es una idea brillante. Pero confío que el auxilio de la escritura creativa me permitirá imaginar una mejor.
Mario Daniel Casas