
Las terribles consecuencias de que no nos adaptamos a la vida se reflejan en las estadísticas que se refieren a la salud mental.
Estadísticas de una enfermedad colectiva
Ciertamente, en Estados Unidos, uno de los principales países, las cifras no hacen más que dar cuenta de nuestro fracaso como seres humanos: Millones de personas siguen tratamiento psiquiátrico; más de un millón de alcohólicos sufren las etapas más avanzadas de la enfermedad; casi dos millones de delitos se cometen por año. Y ocurren más de 20000 suicidios por año, sin contar con la increíble cantidad de personas que lo intentan, pero no logran su cometido. El 20% de los adolescentes tendrá antecedentes penales al cumplir 18 años. Y cada tres casamientos se produce un divorcio.
Por otra parte, el número de personas desequilibradas mentalmente es tan grande que la sociedad se encuentra hoy mismo ante un gran peligro, debido al comportamiento errático e imprevisible de sus pacientes. Y las noticias nos acercan una lista interminable de hechos delictivos aberrantes que se enmarcan en la ausencia de la razón.
Además, las estadísticas dan cuenta de los enfermos que suelen ocasionar accidentes hogareños, fabriles o viales a causa de un estado de tensión, de temor, de emociones desbordadas, bajo el efecto de medicamentos o de drogas ilícitas.
Lo anterior demuestra una inadaptación colectiva, una búsqueda inútil de fuentes de seguridad externa y material cuando no se encuentran en lo interno. Y esa búsqueda de seguridad sólo conduce al fracaso.
Las personas mueren jóvenes debido a los efectos desastrosos de la ansiedad y la tensión en sus vidas.
El futuro de una persona sana quizás sea el de adaptarse a una sociedad en la que predominen las personas inmaduras, frustradas y enfermas.
Las estadísticas mencionan a los ganadores
La competitividad insana de nuestra época le hace creer a las personas que sólo importa ganar la carrera. Pero no pueden ganar todas. Entonces, el que vence consolida su autoestima y su sentido interno de seguridad. Y el resto de los participantes sienten frustración e infelicidad.
A este nuevo tipo de competidores no les interesa cultivar las cualidades individuales. Sólo les importa los premios alcanzados.
Muchos han olvidado que sus mejores posesiones no guardan relación con los bienes materiales, desechando el desarrollo interior, espiritual. Porque entienden que la vida se trata de apurarse, chocar, amontonarse, empujar y correr de un lado para el otro a contrarreloj. Pero son presas de la ansiedad. Y reciben con agrado cualquier alivio rápido a sus nervios extenuados. Sin embargo, se enfrentan a serios peligros a cambio de remedios que nada remedian.
Publicidad engañosa
Cierta vez, circuló la promoción de una bebida alcohólica que se basaba en ofrecer a los consumidores estas soluciones: sentirse importante; acabar con las preocupaciones; aumentar la autoestima; aliviar todo dolor; llamar la atención; ignorar las frustraciones; dominar la timidez; charlar con fluidez y estimular la imaginación. En síntesis, no debe estimularse con fantasías el consumo de productos peligrosos porque la persona puede volverse adicta. En este caso, el protagonista es el alcohol, pero el mismo abismo aguarda a quien se enferma de tabaquismo o aquel que se convierte en adicto a los narcóticos. Y en todas las variantes la fuerza de voluntad claudica, quitándole toda energía positiva al ser humano, convirtiéndolo en un cuerpo que apenas posee algún rastro de vida.
Un consejo para volver a vivir
Nadie eliminará tensiones, temores, ansiedad ni aburrimiento consumiendo bebidas alcohólicas, tabaco o drogas. Porque las adicciones a estas sustancias no sólo que no solucionan nada de lo anterior, sino que se quedan con lo mejor de la vida de las personas.
A poco de comenzar a consumir estas sustancias las personas se convierten en adictas a las mismas. Sin embargo, muchos no lo reconocen y emprenden un camino que los conduce de manera directa hacia la perdición. Pero hay quienes sí aceptan que son adictos ante sí mismos y buscan librarse de esa pesada carga. Para ellos, existen fundaciones a las que pueden recurrir en busca de asesoramiento y ayuda.
Cuándo actuar en favor de la vida
Es mucho más complejo lidiar con una adicción que actuar contra las tensiones originales que luego desembocaron en la dependencia. Y, ante esto, el consejo es muy sencillo: es necesario dejar de pelearse contra el entorno. En cambio, lo que sí debe hacerse es tranquilizar la mente hasta donde sea posible, para aflojar los músculos y reducir las tensiones a su mínima expresión. Y, como siempre, el Yoga es un valioso apoyo para lograrlo.
Mario Daniel Casas