
La tensión persigue la mente de millones de personas.
La tensión y su radio de acción
Las víctimas de la tensión se encuentran en un amplio radio etario que abarca ambos sexos, desde la adolescencia en adelante. Y son muchos los que sufren este mal durante todas sus vidas.
De hecho, puede decirse que la tensión es uno de los males más fuertemente arraigados en el entorno urbano. De tal manera, sobre todo en las grandes ciudades, el esfuerzo constante y el ajetreo de todos los días afectan a las personas.
La tensión es la verdadera responsable de trastornos físicos y emocionales que suelen confundirse con enfermedades comunes. Como consecuencia, las personas pierden su salud y, además, valiosas horas de trabajo productivo.
Se verifica que la tensión es un esfuerzo mal dirigido, si se considera que el esfuerzo bien administrado se traduce en el rendimiento de la energía concentrada, y aplicada al logro de diversas metas. Pero es imprescindible que la persona utilice el esfuerzo para cumplir determinada tarea y así liberar la energía acumulada. De lo contrario, la energía crecerá hasta alcanzar una tensión excesiva, perjudicial.
La tensión, una amenaza acuciante
El citadino debe suprimir la tensión para que ésta no acabe con él. Expresado de otra manera, debe elaborar soluciones que neutralicen la amenaza. Ciertamente, la gente debería aquietar el actual ritmo frenético de sus vidas. Porque, si observamos un poco, advertimos de inmediato que las naciones ampliamente civilizadas ya perdieron la habilidad de hallar el relajamiento mental y físico.
Por esta razón es que sus habitantes derrochan dinero y salud en el empleo de sustitutos artificiales de la calma y el descanso naturales. Por ejemplo, consumen somníferos, calmantes, bebidas alcohólicas, cigarrillos, narcóticos, psicoanálisis, etc.
La opinión médica sobre el paliativo farmacológico
Los calmantes son los peores fármacos contra la tensión. Porque sólo se limitan a encubrir las causas del mal, al reducir la sensibilidad normal del sistema nervioso. Además, debe quedar en claro que el calmante no modifica el entorno ni transforma la personalidad de la persona. Lo que sí hacen aquellos es disminuir en quien los consume la sensibilidad a los estímulos, restarle enfados, temores y ansiedad. En otras palabras, lo privan de sus reacciones contra los inconvenientes que plantea la existencia. Pero su uso continuado fabrica una personalidad opaca, con poca vida.
Los adictos a tales sustancias dependen de ellas de manera crónica.
Lo que se hace bien
El gobierno de la India tomó cartas en el asunto. En tal sentido, introdujo en los lugares de trabajo urbanos la práctica del Yoga, con el fin de favorecer la salud mental y física de los trabajadores. La medida debiera replicarse en las ciudades de occidente. Porque la relajación que ofrece el Yoga y sus métodos de respiración ayudarían en escala mundial a eliminar tensiones, así como la huella que deja en la salud el esfuerzo prolongado, cotidiano.
Datos alentadores
En Japón, algunos países de Europa, Estados Unidos y Argentina ya se avizora una implementación incipiente de las prácticas semanales de la relajación y la respiración del Yoga en importantes empresas. A modo de ejemplo, baste mencionar que American Express incorporó las prácticas del Yoga desde el año 1993.
En conclusión, la humanidad debe avanzar hacia la paz mental. Porque el siglo XXI no hace otra cosa que demostrar, con demasiada frecuencia, que todo lo hacemos bajo tensión, incluyendo el descanso y otras actividades que debieran proporcionarnos solamente placer.
Mario Daniel Casas