Mario Daniel Casas

Primera guerra mundial: una lucha a muerte


PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Durante la primera guerra mundial los británicos quisieron impedir el envío de suministros a Alemania para obligar a que su población pasara hambre.

Alcanzaron un éxito relativo. La economía de guerra alemana dejó de funcionar con eficacia y racionalidad.

¿Por qué se inició la guerra total?

Superioridad alemana en la Primera Guerra Mundial

En el aspecto netamente militar, la fuerza alemana fue muy superior a todas las otras, tanto en la primera como en la segunda guerra. Pero esta característica, a la postre, no fue decisiva porque Estados Unidos, a partir de 1917, aportó recursos prácticamente ilimitados.

Sin embargo, el poderío alemán alcanzó la victoria en el este. Rusia abandonó las hostilidades y se vio empujada hacia la revolución. Entre 1917 y 1918 debió renunciar a gran parte de sus territorios europeos. Además, Alemania le impuso severas condiciones de paz en Brest-Litovsk (marzo de 1918).

Con el frente oriental ya resuelto, Alemania concentró su poder en el oeste, retomando su intención de avanzar sobre París. Por estos días las apariencias parecían indicar que los alemanes ganarían la Primera Guerra Mundial. Pero esto no llegó a concretarse porque el empuje inicial de Alemania ya no estaba presente. En el verano de 1918 los aliados comenzaron a avanzar y la guerra llegó a su fin pocas semanas después. Las potencias centrales se rindieron y se derrumbaron políticamente.

La Primera Guerra Mundial y sus revoluciones

Durante el otoño de 1918 la revolución se hizo presente en toda Europa central y suroriental imitando al antecedente ruso del año anterior. Exceptuando a Francia y a Gran Bretaña todos los gobiernos situados entre Francia y el Mar del Japón cayeron.

¿Cuáles fueron los motivos que impulsaron la lucha a muerte?

Hasta el año 1914 ninguna de las guerras no revolucionarias y no ideológicas se había constituido en una lucha a muerte, librada hasta el agotamiento total. ¿Por qué las principales potencias que componían ambos bandos decidieron sostener una confrontación hasta sus últimas consecuencias?

La respuesta está en que los motivos que la impulsaban no eran limitados y concretos sino ilimitados. Fue la guerra del todo o nada.

El orden político-económico

El rasgo distintivo de la era imperialista fue la fusión entre política y economía. El orden político internacional presentaba una constante rivalidad entre los países, la que existía en función del crecimiento y la competitividad sin límites de la economía. De hecho, la frontera natural de importantes corporaciones de una bandera o de otra pasó a ser el mundo o, en su defecto, el límite lo ponía la capacidad de expansión de cada cual. Si se considera a los principales contendientes, es decir, Alemania y Gran Bretaña, el límite era la supremacía mundial. Alemania deseaba ocupar el lugar de privilegio que ostentaba Gran Bretaña, tanto en el orden político como en el marítimo. Y los alemanes consideraban realizables sus aspiraciones dado que Gran Bretaña mostraba signos de haber iniciado un declive.

El apremio de Francia

Por su parte, a Francia lo motivaba la urgencia: Su inevitable inferioridad demográfica y económica con respecto a Alemania lo condenaba lentamente a ocupar un segundo plano en el concierto de las potencias mundiales.

Gran Bretaña, Alemania y Francia tras la supremacía mundial

Se considera que la superioridad alemana era inexorable. Si se analiza su situación al inicio de la década del 90 puede notarse claramente que alcanzó una posición dominante en Europa a pesar de haber perdido dos guerras. Y se puede agregar que superó las expectativas que le brindaba su poderío militar anterior a 1945. Esto encuentra su explicación tras la Segunda Guerra: Gran Bretaña y Francia se vieron relegadas a la clasificación de potencias de segundo orden. Por otra parte, Alemania Federal, a pesar de su gran potencialidad económica, reconoció que después de 1945 no le resultaba posible alcanzar la supremacía como estado individual.

En la década de 1900 (el punto más alto de la era imperial) puede hallarse el ferviente deseo de supremacía que abrigaban tanto Alemania como Gran Bretaña y Francia. Y puede afirmarse que ese deseo se trasladó a la primera guerra mundial instalando el primer objetivo de cada uno de esos países: la victoria total. Dicho objetivo, en la segunda guerra, se conoció como rendición incondicional.

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Mario Daniel Casas